Álex Angulo en El día de la bestia y James Garner en Víctor o Victoria
Nos deja un grande. Sí, un grande. Porque no se firman tantas películas, cortos, obras de teatro, y series de televisión si no lo eres. Nos deja Álex Angulo, a los 61 años, de un modo abrupto, trágico, borroso. Ninguno de sus familiares y amigos, seguidores, olvidará jamás el lugar con nombre kilómetro 114 de la AP-48, como nadie olvidó, cuando murió Fernando Martín, también en un desdichado accidente de tráfico, el nombre de la M-30. Nos duele recordarlo. Pero es así. Se ha ido. Quizá a un lugar con cine, donde pueda seguir haciendo reír o llorar a la gente, como aquí. No lo sé.
Álex Angulo, aunque ya con sobradas tablas, se 'reveló' a los de mi generación, por decirlo de aquella manera, con El día de la bestia. Bueno, en realidad, un poco antes, cuando su eterno amigo, por entonces director de arte, le convenció para que interpretara su corto: Mirindas asesinas. Hablo de Álex de la Iglesia, con el que continuó trabajando casi toda su vida. De hecho, dos de sus tres nominaciones a los premios Goya, nacen fruto de esta intensa, sincera y más allá de lo profesional, relación. No me equivoco. Nos abandona un gran actor.
Cruzando el Charco, a los orígenes del far-west y el cine, hemos de ir, obligados, porque, aunque de forma natural, y en su casa, (como todos soñaríamos, supongo, dejar esta plaza), también se marcha otra leyenda: el actor James Garner. Los más pequeños y los más mayores le conocemos de alguna peli. ¿Quién no ha visto, por ejemplo, La Gran evasión, Víctor o Victoria, Space cowboys, Maverick, o El diario de Noah?... En paz descanse.
Marcado por el personaje, yo creo, Ángel Berriatúa, el cura punk de El día de la bestia, que combatía al maligno en pleno centro de Madrid, ayudado por un Heavy Metal (Santiago Segura) y un experto en adivinación y ciencias ocultas, Ángulo sale del nivel secundario para encabezar un reparto. Les ha ocurrido siempre y les ocurrirá a los actores que, no siendo galanes, primeras figuras, aguanten lo suficiente en el oficio. Puedo poner el ejemplo de Manuel Aleixandre, Anthony Hopkins, Bronson o el propio Garner. Con el aspecto físico de rompetechos, hay que encontrar a un director transgresor, muy loco, en tiempos locos, como De la Iglesia, para obtener un protagonista.
Julián, en Muertos de risa, es otro personaje que le dio réditos académicos. Entre el fuego amigo de Nino y Bruno, dos infelices que prueban suerte en la televisión de los ochenta, y que descubren que cuanto más se odian, más famosos se hacen, y cuanto más famosos se hacen... Julián, cuenta su historia, pues es el agente. Y la cuenta asombrado, apenado, reprimiendo una carcajada. Se convierte en un narrador activo, hablando en off muchas veces. Ángulo, a las órdenes otra vez de su querido amigo y director, continúa una racha de éxitos en los noventa.
Cuando llegó El laberinto del fauno, otro de sus trabajos más celebrados, ya había trabajado con los mejores: Colomo, Almodóvar, Rebollo, Cortés, Uribe y Urbizu, Cuerda o Martínez Lázaro. También la televisión llevaba tiempo emitiendo para Telecinco la serie Periodistas, desde hacía tiempo. Su personaje destacado, Blas Castellote, hizo a Álex Angulo tener un huequecito privilegiado en los corazones de los televidentes españoles.
Guillermo del Toro quiso dar una vuelta de tuerca a nuestra historia reciente, marcada por el horror y las heridas dejadas por la Guerra Civil del 36. Del Toro encontró en el fenomenal actor el lado más sensible, su parte más humana y tierna, para dar vida al Doctor Ferreiro, atrapado entre el deber y la moral impuesta a golpe de estaca, a golpe de bala o de cañón. El lado mítico, la huida mágica, la expulsión de Alicia al paraíso... Y la fría, fría realidad.
La carrera del actor español no se detiene en la postguerra, ni con Guillermo del Toro, más bien todo lo contrario. Como James Garner, encontró más películas, más proyectos, cuanto mayor se hacía. Pues le siguen, en estos últimos ocho años, infinidad de colaboraciones en series de televisión, como Aquí no hay quién viva, Cuéntame cómo pasó o 14 de Abril: la República. O en cine, con Fuga de cerebros, Imago Mortis o Área de descanso...
Aunque la más destacable de todas sea El Gran Vázquez, que le valdría su tercera nominación a los Goya. Había que culminar con un villano. Y el genial (en las viñetas), pero caótico y pícaro Vázquez (Santiago Segura), no las pasa bien teniendo en la editorial Bruguera, en los años 60, a un tipo como el que representa, con perfección meridiana, nuestro querido Álex. Angulo. El 20 de Julio de 2014 es una fecha negra para el calendario artístico español, de ahora en adelante. Más que una fecha, será una calamidad. En especial para familiares y amigos.
Donde estares, también, de seguro, están los que se fueron antes que tú, e iluminaron tu camino. Álex, dejas una puerta cinematográfica abierta, pese a la herida dolorosa, para todos los que quieran estudiar o admirar tu profesión. Sin convivir, he convivido contigo todos estos años, en la mágica habitación oscura, o en casa, donde nos encontramos los que amamos el cine, el teatro o la televisión, que fueron tu elemento natural; por vocación, por decisión. Cruel destino, el reservado a veces por los designios del turbulento azar. Nos dejas. De pronto. A la espera. Sin motivo. Sin decir adiós. Adiós, Álex. Te recordaremos siempre, amigo.
Jorge Arellano
Alumno de Cine del CEV
No hay comentarios:
Publicar un comentario