jueves, 10 de abril de 2014

LO QUE NO ESTÁ ESCRITO

«DOS HOMBRES Y UN DESTINO» es de esas películas que marcan a cualquiera con facilidad. Lo hizo en su momento y lo sigue haciendo ahora. Su secreto es bien fácil: los personajes. Una magistral lección sobre la amistad, a pesar de tratarse de delincuentes reales. El guion, que ganó el Oscar del año 69, fue escrito por William Goldman en apenas unas semanas; eso sí, después de ocho años leyendo cualquier cosa que cayera en sus manos sobre esta pareja de bandidos.


Una joya de relato. Veréis que no tiene el formato actual sino que está planificado escena a escena, como los guiones de Hitchcock y de otros muchos directores que hacían integrar a sus guionistas la narrativa audiovisual. Goldman detalla con mimo casi todo lo que luego aparece en la pantalla.

Vamos a ver una escena que transcurre después de que Butch y Sundance hayan cometido ya unas cuantas fechorías. Es el turno de nuevo para «la chica» de la película. Aparece encamada con Sundance, pero va a ser seducida en bicicleta por Butch.



Imposible querer más a esta pareja que, sin diálogo ni trama, se ha ganado nuestros corazones.

En el guion, esta escena comienza en la página 176, escena 220, y continúa hasta la 249. Y aunque parezca casi una grabación documental (que prácticamente lo es), podéis comprobar que el relato ya estaba trazado, que el genio de Goldman sabía cómo jugar con el personaje de Etta para que no resultara la clásica mujer inoperante de los westerns.

Pues bien, si todo está escrito, ¿por qué se titula esta entrada «lo que no está escrito»? Pues porque, después de ver esta escena, habréis comprobado que hay cosas imposibles de poner en papel. Una de ellas se llama Paul Newman. Otra Katharine Ross. La mirada de George Roy Hill, como artesano de lo vitalista. Y esa pedazo de canción, "Raindrops Keep Fallin' on My Head" compuesta por Hal David y Burt Bacharach e interpretada por B. J. Thomas, específicamente para la película.

Goldman estuvo grandioso. Inventó la escena, al detalle, es cierto. Pero fueron Paul, Katharine y George los que se batieron el cobre junto a la cámara. Y el barniz emocional de una canción que se quedó con toda una generación.

Y es que esto del buen cine se basa en sumar fuerzas. Y si uno tiene la suerte de sumar más de cuatro, es muy posible que se encuentre ante un milagro. Como es el caso.

(Entrada dedicada a los alumnos de HND y 
PRODUCCIÓN, que empiezan a sumar fuerzas).


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